Espina, la consejera de la concertada

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Lydia Espina sigue comportándose como la consejera de la enseñanza concertada. En la negociación del acuerdo para la mejora de la calidad y el mantenimiento del empleo que está consensuando con los sindicatos y la patronal de la concertada supone dar más dinero público a empresas privadas, la mayoría de carácter religioso. 

Para este año 2024 son más de 105 millones de euros (un 5’55 superior al año pasado) los que se han presupuestado para la enseñanza concertada, y mucho nos tememos que para el curso siguiente siga aumentando la partida. 

Una de las concesiones es destinar recursos públicos para cubrir horas lectivas dedicadas a desempeñar funciones directivas  en empresas privadas, mientras los centros públicos están ahogados de carga horaria, burocracia y falta de horas para las labores de los equipos directivos. Es especialmente sangrante en los centros donde las direcciones son unipersonales y además de la labor docente tiene que asumir toda la gestión una persona sola.

Con el dinero público se da también la oportunidad de mantener el empleo en los centros concertados de la siguiente manera: en el caso de supresión de unidades, en la enseñanza privada-concertada se amplía la ratio profesorado-unidad, cuando en la pública se suprime la unidad y, seguidamente, un puesto de trabajo. 

Por si la desigualdad de trato de la Consejería entre la escuela pública y la concertada no fuera poco, les mejorarán la condiciones para el mantenimiento del empleo de sus trabajadores en las empresas según la antigüedad, mientras en los procesos de estabilización por el abuso de contratación de la propia Administración han dejado que cualquier persona pudiera participar (interina o no) y desde luego no fue la experiencia docente previa en un centro público el requisito preferente para mantener el empleo. 

El SUATEA vamos a seguir denunciando la política de conciertos que no es otra cosa que seguir financiando negocios privados, y a la iglesia, con dinero público de modo innecesario. 

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