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No podemos olvidar en nuestro calendario el Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres. Un día que se conmemora con el objetivo de reafirmar y garantizar el derecho a la salud integral de todas las mujeres y niñas alrededor del mundo. Es un recordatorio fundamental para abordar y prevenir las múltiples causas de enfermedad y muerte que afectan a las mujeres en el mundo.
Hoy en día, ser mujer se considera un factor de riesgo cuando hablamos de salud mental. Numerosos estudios demuestran que, generalmente, las mujeres presentan mayores tasas de depresión, estrés, ansiedad o trastornos de la alimentación que los hombres.
Para alcanzar la meta de la igualdad en el campo de la salud es importante investigar las diferencias existentes entre ambos sexos, tanto en la manifestación de los síntomas, como en su tratamiento médico y laboral. Necesitamos identificar cuáles son los factores que ponen en riesgo el cuidado de la salud de las mujeres para hacer un uso eficaz de la información y de los servicios de salud.
Se observan diferencias entre hombres y mujeres relacionadas, especialmente, con la mayor exposición a la pobreza. Las mujeres desempeñan empleos mal remunerados, la mayoría a jornada parcial, a los que hay que sumar la sobrecarga de trabajo en el mantenimiento del hogar y los cuidados de familiares que, lejos de repartirse equitativamente, doblan la jornada de las mujeres sin ningún tipo de reconocimiento. Además, la violencia machista en el entorno laboral (acoso y discriminación, entre otras) incrementa la posibilidad de padecer problemas de salud mental. En este sentido, se estima que los casos de depresión son, aproximadamente, el doble de frecuentes entre las mujeres que entre los hombres.
Según un informe de la OCDE, en España las mujeres dedicamos más del doble de horas que los hombres a tareas domésticas. Este fenómeno de doble rol puede conllevar manifestaciones de fatiga, estrés o depresión. Fenómeno al que se le suma la presión por la maternidad, menor capacidad de elección o la consideración de la mujer como objeto sexual.
No se deben pasar por alto todos estos factores o “mandatos” que nos asigna la sociedad y que empeoran el estado de salud de las mujeres, porque comportan una serie de requisitos que aumentan el riesgo de sufrir depresión y ansiedad.
De manera que, por un lado, es necesario continuar con la labor de investigación y formación de profesionales en todos los ámbitos (científico, sanitario, educativo judicial, laboral) para detectar y aniquilar los estereotipos, o roles asignados al sexo, que condicionan y provocan perjuicios en la salud de las mujeres.
Recientemente, la nueva Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027, incorpora una línea de acción específica en salud mental que aborda el enfoque de género. Celebramos todo avance, aunque llegue con retraso y carencias. Desde que se creara el Observatorio de la Salud de la Mujeres en 2004 – ya con tardanza evidente-, no es hasta la pandemia del Covid que se empiezan a difundir, más allá de los círculos especializados y/o activistas, estudios sobre las repercusiones del confinamiento en la salud de las mujeres, o las reivindicaciones sobre la escasa-nula investigación de la sintomatología y tratamiento según la variante sexo.
Por todo ello, desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical seguiremos luchando por la investigación en el área de la salud de las mujeres y la consecuente puesta en marcha de medidas sociales y laborales. Necesitamos un compromiso firme y decidido por parte de las administraciones para promover políticas, culturas y prácticas de obligado cumplimiento que redunden en el bienestar físico y emocional de las mujeres.
El feminismo también beneficia la salud.
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