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La llegada de la pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la sociedad ante la presencia de nuevos virus infecciosos desconocidos hasta ahora. Son numerosos los estudios de carácter científico que se viene realizando desde el inicio de la misma, en busca de respuestas que permitan mitigar los efectos del mismo hasta el momento en que se encuentre bien una vacuna o bien una solución terapéutica. En estos momentos, existe consenso entre la comunidad científica que afirma que «hay una evidencia abrumadora» a favor de que la inhalación del SARS-Cov-2 «representa una vía principal» de transmisión de la enfermedad, sea ésta a partir de pequeñas gotas de saliva o a la suspensión del virus en el aire en forma de aerosol.
Su pervivencia en espacios cerrados, mal ventilados, hace que se incremente el riesgo de contagio. Este hecho hace que las aulas presenten un riesgo especial por lo que la utilización de la mascarilla es la principal barrera con la que contamos para evitar su penetración en las vías respiratorias. Es por ello que La Consejería de Educación repartió en los centros educativos unas pocas mascarillas de dudosa homologación y delegó en ellos la compra posterior de las necesarias.
En el Protocolo de Salud Laboral para la Prevención de contagio por COVID-19 en el ámbito laboral del Personal Docente de 11 de mayo, 2020 se prescribe al profesorado el uso de mascarillas con unas determinadas características (higiénicas o sanitarias, si el alumnado también la utiliza, o FFP2 si el alumnado no las emplea) Desde SUATEA queremos recordar que la correcta aplicación de este Protocolo, debería conducir a generalizar el empleo de mascarillas FFP2 en estas últimas circunstancias. Sin embargo lo que está sucediendo es que se utilizan de forma mayoritaria las mascarillas higiénicas, no sanitarias o las quirúrgicas, incluso en los casos de tener que atender a alumnado que, por su edad, no está obligado a usarlas como en Educación Infantil o con parte del alumnado de necesidades educativas especiales.
La falta de empleo de mascarillas FFP2 en estas circunstancias, bien por desconocimiento de la norma de prevención o por la falta de suministro de las mismas desde la administración, supone un riesgo para la salud del profesorado. Nada se tiene previsto sobre la durabilidad de cada mascarilla ni la cantidad de ellas que se va a suministrar para ir reponiéndolas a lo largo del curso. La mayor parte del profesorado está comprándolas con su propio dinero debido a que no se tiene planificada su reposición por desgaste y pérdida de eficacia con el uso. Por ello, desde SUATEA exigimos a la Consejería de Educación:
- Dotación y compra centralizada de mascarillas sanitarias que cumplan la normativa de todo producto sanitario (Directiva 93/42/CE ,el Reglamento 2017/745, y los requisitos técnicos descritos en la norma UNE-EN 14683:2019 AC)
- Reposición periódica a lo largo del curso de mascarillas y otro material de protección siguiendo los criterios sanitarios.
- Dotación de batas, vestuario y otros materiales de protección, además de las mascarillas FFP2, para el profesorado que atiende alumnado que no está obligado a usarlas (EI y NEE).
El Secretariado de SUATEA
En Uviéu a 9 de octubre de 2020
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