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El miércoles 25 de noviembre la Plataforma Feminista d’Asturies organiza un Pasacalles-Aquelarre en la Plaza de La Escandalera de Uviéu, en el marco de la celebración del Día Internacional por la no Violencia contra las Mujeres.
MANIFIESTO ¿Quienes fueron las brujas?
En la Europa de entre los siglos XVI y XVII tuvo lugar uno de los mayores genocidios de la historia conocidocomúnmente como la caza de brujas. Durante estos dos siglos fueron juzgadas y asesinadas cientos de miles de personas por el delito de brujería, de las cuales, el 80% fueron mujeres. La Historia oficial defendió durante años que la quema de brujas no era más que la consecuencia de los temores religiosos de una sociedad profundamente supersticiosa, alimentando el estereotipo de bruja que ha llegado hasta nosotras. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX, una serie de académicas feministas comenzaron a replantearse la Historia oficialista y a analizarla desde una nueva perspectiva que aunaba materialismo y género.
Partiendo de la base de que el fenómeno de la brujería tuvo lugar en una época de gran convulsión social y política, como era la transición entre el modo socioeconómico feudal típicamente medieval y el nuevo sistema capitalista que se abría paso, estas mujeres concluyeron que lejos de tratarse de un genocidio por cuestiones religiosas, la caza de brujas fue una persecución política promovida por el Estado y justificada espiritualmente por la Iglesia. Las razones por las que el Estado emprendió un feminicidio de tal magnitud responden a la necesidad de eliminar de la nueva sociedad tres cuestiones fundamentales: erradicar el conocimiento no científico que las mujeres habían practicado durante siglos en el ámbito de la sanación, que no tenía cabida en el nuevo conocimiento científico –masculino– promovido por el sistema capitalista, y que Iglesia y Estado calificaban como magia; la eliminación y persecución de los conocimientos femeninos en materia anticonceptiva y de interrupción del embarazo que la Iglesia condenaba y que pasaron a tipificarse como crimen de Estado; y, por último, la eliminación de la memoria colectiva que las mujeres campesinas de cierta edad albergaban al haber vivido la privatización de la tierra y los asesinatos de sus padres, hermanos y maridos en las insurrecciones campesinas medio siglo atrás. El recuerdo de tiempos mejores para su clase las hacía potencialmente subversivas a ojos de los terratenientes que no dudaron en acusarlas de brujería cuando no se sometían a sus exigencias. Al mismo tiempo, sembrando el temor de la brujería entre la clase campesina, los dueños de las tierras se aseguraban de dividir al campesinado para que no se sublevase poniendo en peligro sus privilegios.
Así, el naciente sistema capitalista y la Iglesia, persiguieron y asesinaron a todas aquellas mujeres que no se sometían al estereotipo patriarcal establecido de esposa y madre, a todas aquellas mujeres que se rebelaron contra la nueva clase que las condenaba a la miseria. Hoy, como entonces, las mujeres que nos salimos de la norma, somos perseguidas, e incluso algunas asesinadas.
Por todo esto, las feministas rescatamos la memoria de todas aquellas mujeres que no acataron el lugar que el sistema capitalista y patriarcal les tenía reservado. Todas aquellas mujeres que el Estado y la Iglesia, en santa comunión, asesinaron porque su mera existencia resultaba peligrosa y subversiva para el nuevo orden social establecido. Es por eso, que las feministas de hoy, las mujeres que no acatamos el lugar que nos tiene reservado el capitalismo y el patriarcado, somos las nietas de todas las brujas que no pudieron, que no pudisteis quemar.
Unidades didácticas de Infantil y Primaria, Secundaria, Bachillerato y EPA (a través de ISSUU)
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