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En 2007, la Asamblea General de la ONU estableció el 15 de Octubre como Día Internacional de las Mujeres Rurales en reconocimiento “a la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluída la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, en la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”.
En la actualidad, las personas que se dedican a la agricultura, la pesca y el pastoreo se encuentran en una situación límite en relación con la inseguridad alimentaria, ya que las temperaturas aumentan, los patrones climáticos son cada vez menos predecibles y los desastres climáticos son cada vez más frecuentes. Las mujeres rurales son clave en las economías de todo el mundo, como pequeñas agricultoras, que garantizan la alimentación adecuada para las familias, como encargadas del cuidado del ganado y cubriendo las necesidades de cuidado del entorno familiar.
El patriarcado afecta de manera especial a las mujeres rurales dificultándoles el acceso al empleo, especialmente a las más jóvenes.
La precariedad laboral se ceba en ellas, porque sus compañeros masculinos logran tener un mayor acceso al empleo remunerado, las mujeres sufren mayores índices de temporalidad, trabajan mayoritariamente sin cotizar a la Seguridad Social, con trabajos intermitentes, mal pagados o invisibilizados. Muchas de ellas también trabajan como empleadas de hogar o en la asistencia a personas dependientes y a pesar de los intentos de hacer aflorar toda esta economía la mayor parte de ellas lo siguen haciendo en el mercado negro. La inmensa mayoría de las empleadas rurales tienen unos sueldos que utilizan como “complemento” en la economía familiar.
Además de tener estos empleos precarios deben, además cubrir las necesidades de cuidado de su entorno familiar encargándose en su propia casa de trabajos en el campo, cuidado del ganado y de cuidados familiares de personas dependientes (o no).
En todo caso son pocas las que logran un sueldo digno que les permita tener una verdadera libertad de elección. Son las primeras en tener que dejar su puesto de trabajo para atender las dependencias familiares porque ese es el rol que nos ha asignado el patriarcado. Las condiciones de vida que tienen que sufrir hacen que se perpetúe el control familiar y dificultan las posibilidades de emancipación o independencia.
De todas las maneras hay una nueva generación de mujeres en el mundo rural, mujeres innovadoras, emprendedoras y que fijan población en sus entornos locales que defienden la soberanía alimentaria y que tienen que ver dignificado su trabajo con unas condiciones laborales justas. Un ejemplo de estas nuevas experiencias es FADEMUR (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales) Galicia que lanzaba este año “una marca de leche 100% gallega y 100% feminista: toda la producción procede de explotaciones gallegas gestionadas por mujeres”. “quienes la consuman apoyarán a las mujeres rurales, la economía más ligada al territorio y la producción de proximidad con la que se reduce la huella de carbono porque además usan técnicas más respetuosas con el medio ambiente y con el bienestar animal”.
Por todo esto manifestamos que:
– Mejorar la situación de las mujeres rurales pasa por reconocer su valor fundamental, visibilizando su trabajo y necesidades, fomentando su capacidad emprendedora, empoderamiento y toma de decisiones, facilitando la conciliación de la vida laboral y personal y el cuidado de descendientes y dependientes.
– Erradicar las desigualdades en el ámbito rural es un deber del gobierno que implica al conjunto de la sociedad y que redundará en beneficio de la economía, evitando la despoblación y el envejecimiento poblacional.
– Es necesario el incremento de medios y acciones para combatir las desigualdades en el medio rural y avanzar hacia un desarrollo sostenible e integrador de todas las necesidades y diversidades.
– La educación y formación de las mujeres en el ámbito rural es un deber del gobierno, como lo es el acceso a la sanidad y a los servicios asistenciales. Los recortes efectuados por los gobiernos frenaron los débiles avances obtenidos en derechos. Es imprescindible revertir esos recortes e invertir en este campo.
– Son necesarias medidas para fomentar el asociacionismo de las mujeres rurales y una coordinación entre las administraciones públicas para luchar contra la desigualdad en el medio rural. Urge una política de estado basada en el respeto a la diversidad, el desarrollo sostenible y el medio ambiente.
POR LAS MUJERES RURALES Y SU EMPODERAMIENTO, POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA.
Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical
Madrid, 15 de octubre de 2017
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