Día de la visibilidad lésbica

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Desde hace 11 años cada 26 de abril celebramos el Día de la Visibilidad Lésbica en nuestro país porque si lo que no se nombra no existe, nombrémoslo. En una sociedad heteropatriarcal en la que cualquier mujer está discriminada, las mujeres homosexuales sufrimos una doble discriminación: la que va de serie por ser mujer y la extra por lesbiana.

Históricamente hemos tenido que soportar persecuciones, prejuicios y otras barbaries que aún persisten en 72 países donde se llevan a cabo internamientos en instituciones mentales, terapias de conversión y electroshock, violaciones correctivas, penas de cárcel e incluso de muerte, además del repudio familiar, social y laboral por el hecho ser lesbianas. Esta historia de represión, como es bien sabido, también infecta las vidas de transexuales, gays, bisexuales e intersexuales.

En España, a pesar de los avances conseguidos en las últimas décadas –hemos luchado y conseguido la igualdad de derechos en muchos ámbitos gracias a la lucha del movimiento feminista y de los colectivos LGTBI–  aún son muchos los logros pendientes de alcanzar para hablar de plena igualdad o igualdad real. Por ello, seguimos esperando una Ley de Igualdad LGTBI que respalde y  garantice verdaderamente nuestros derechos.

La discriminación machista y lesbofóbica en el entorno familiar, social, educativo y laboral sigue siendo una realidad. Sirvan como ejemplo algunas de las siguientes situaciones que todavía ocurren a día de hoy: las parejas de lesbianas tenemos que casarnos para poder inscribir a nuestras hijas e hijos en el Registro Civil; no existen protocolos de carácter institucional, ni formación específica sobre salud sexual de mujeres que tienen relaciones con mujeres. El colectivo LGTBI encabeza las estadísticas de víctimas por delitos de odio a pesar de que casi un 80% de las agresiones no se denuncian por miedo a visibilizarse.

Para romper el silencio resulta imprescindible el apoyo institucional. Las Administraciones Públicas y los Gobiernos al mando deben promover acciones de sensibilización en la sociedad, y eso requiere, como mínimo, la puesta en marcha de medidas que aseguren una formación específica de las personas dedicadas profesionalmente a la docencia, la sanidad, la justicia y la seguridad. Concretamente, en educación es imprescindible abordar la incorporación de contenidos curriculares sobre diversidad afectivo-sexual, de género y familiar en todos los niveles educativos, así como en la formación universitaria de futuros docentes. Del mismo modo, es necesario promocionar referentes de mujeres lesbianas en todas las esferas públicas, política y social. La visibilidad en todos los ámbitos (social, cultural, político, sanitario y educativo) es la base para crear dichos referentes, normalizar y promover nuestro empoderamiento y el de nuestras familias.

Como dijo Kate Millet lo personal es político, y lo político afecta a todos los ámbitos de nuestra vida. En este sentido, el avance de la ultraderecha vuelve a poner en peligro las instituciones democráticas con la pretensión de hacernos retroceder décadas en materia de igualdad, amenazando nuestros derechos fundamentales, esos que tanto costó adquirir. Desean invisibilizarnos, borrarnos de la sociedad. Tal vez esperan que volvamos mansamente a los armarios más oscuros, o que nuestras familias dejen de ser consideradas como tales sin rechistar. Se equivocan.

 

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