“Es un fracaso que no se haya llegado a un pacto global sobre educación”

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La profesora Marian Moreno, integrante de SUATEA, considera aún más necesario aumentar el gasto educativo en el escenario Covid19.

 Por Toño Suárez en 19 mayo 2020 publicado en  
https://www.nortes.me/

La crisis que vivimos actualmente provocada por la pandemia ha abierto un melón enorme que estaba cerrado o a medio abrir: la visibilización de la precariedad de nuestro sistema público de educación, la conciliación que debía haber sido y no fue, la brecha digital en las familias con menos recursos, la necesidad de lo presencial en el proceso educativo que se enfrenta con la dificultad de implementar las medidas sanitarias adecuadas, los derechos laborales de un profesorado que se está dejando la piel y su tiempo en acabar de la mejor manera un curso que nos ha sido arrebatado sin tiempo de respuesta. Familias reconvertidas en docentes, profesorado reconvertido en herramienta multiusos y, en medio, un alumnado perdido, sin respuestas y, en muchos casos, sin ayuda para afrontar este inmenso cambio.

Marian Moreno es profesora de Lengua y Literatura y miembro del sindicato SUATEA (Sindicato Unitario y Autónomo de Trabajadores de la Enseñanza de Asturias), otro de los colectivos a los que esta crisis vírica que vivimos ha puesto a prueba: profesorado, familias y alumnado reinventados a marchas forzadas en un escenario hostil y completamente desconocido a base de temarios inacabados en las aulas y convertidos a on line, tirando, en muchos casos, más de imaginación que de recursos en un sector, el de la enseñanza pública, castigado, una y otra vez, por los recortes presupuestarios.

Esta crisis ha traído a las primeras planas de los medios de comunicación las carencias que, debido a los recortes, sufre nuestro sistema público de salud. ¿Crees que ha pasado lo mismo, por las mismas circunstancias, con nuestro sistema educativo?

Esta crisis ha evidenciado una serie de carencias en nuestra educación pública. La escuela ha salido adelante por el esfuerzo brutal del propio profesorado que, casi de un día para otro y con sus propios medios, hizo lo que pudo para poder conectar con el mayor número de alumnado posible, a base de no tener horario de trabajo, de mucho esfuerzo y de la pérdida de su propia intimidad al llevar la escuela a su propio hogar. Ha tenido que reinventarse, casi cambiar de profesión y adaptarse. Ha sido un esfuerzo enorme, incomparable con el del personal sanitario por cuestiones obvias, pero que también ha evidenciado cosas bonitas como que el elemento básico de la educación es el contacto, la convivencia en igualdad, el mirarnos a los ojos. Y que alumnado lo evidencie cuando te dice que te echan de menos, a una como profesora y a todo ese ambiente que los rodea, es muy gratificante.

Estamos viviendo un periodo excepcional en nuestras vidas, rodeados de medidas insólitas, también en educación. ¿Han contado desde la administración con el profesorado para consensuar tanto cambio?

En Asturias en concreto, no: no han contado con el personal docente. Los sindicatos somos los representantes legales del profesorado, elegidos democráticamente. Sólo se nos ha convocado a reuniones informativas pero en ningún momento se ha contado con nuestro punto de vista. En SUATEA no queríamos quedarnos sólo en la crítica y se envió un documento muy extenso a la Consejería con propuestas que no se han tenido en cuenta. Incluso algunas dudas o quejas que se planteaban ni siquiera han sido contestadas. Distinto ha sido el trato con la escuela concertada que sí tuvo oportunidad de decir cosas. Se han reunido con un comité de dirección de centros educativos, una comisión nada transparente, elegida a dedo por la Consejería. En definitiva: somos el último eslabón de esta larga cadena y no se han tenido en cuenta ni nuestras iniciativas ni nuestras ideas. Un acto muy poco democrático con el profesorado, desde mi punto de vista.

En este país gusta mucho el ventajismo, el juzgar con vehemencia los hechos a toro pasado. Vamos a jugar a ello: ¿La orden de cerrar los colegios llegó tarde o piensas que no había motivos para hacerlo antes?

No, no creo que llegara tarde. Parecía que la decisión iba a retrasarse un poco más pero los sindicatos hicimos un encierro en la Consejería y ese mismo día se decretó el estado de alarma con el confinamiento. Hay que recordar que no había una alarma social muy grande en las semanas anteriores, no había preocupación. Incluso había hasta cierto cachondeo con el asunto. Las autoridades sanitarias no consideraban que fuera necesario tomar ninguna medida y yo confío mucho en ellas, en los expertos que están manejando esta crisis sanitaria. Bienvenida la medida cuando vino ya que, además, se ha demostrado que ha sido muy efectiva.

El alumnado no volverá a las aulas hasta septiembre, salvo el de último año de la ESO y el de segundo curso de bachillerato, que tienen la opción de hacerlo a partir del próximo día 25 de mayo de manera voluntaria. Desde el punto de vista del profesorado: ¿cómo se planifica esa voluntariedad? ¿Cómo se organiza un centro educativo con esa premisa?

Es imposible. En una situación de pandemia tienes que saber el número de personas con las que vas a contar en clase. La voluntariedad implica que un alumno puede ir un día y al día siguiente no, que puedes tener clases con tres alumnos o con 25. Es imposible organizar un aula con las condiciones mínimas de seguridad sin saber las personas que vas a tener. Además de todo eso, tanto el ministro de sanidad, Salvador Illa como Fernando Simón están alertando sobre las juventud, las concentraciones, el no uso de mascarillas. Ese es el sector de población con el que tenemos que trabajar en las aulas. Así que entre la voluntariedad, que nos imposibilita planificar de ninguna de las maneras, y que vamos a trabajar con una población que, en general, no está observando un buen cumplimiento de las normas sanitarias pues no sé muy bien qué es lo que va a pasar. Tampoco sabemos qué va a pasar con quienes no vengan a clase: ¿hay que hacer teleformación después de haber cumplido un horario en el colegio? ¿Tenemos que doblar horarios? ¿Y nuestros derechos laborales dónde quedan? Es todo muy complejo, la verdad

Todo indica a que este virus ha venido para quedarse: ¿nos dirigimos hacia un modelo educativo que combine las clases presenciales con las on line?

En un futuro cercano parece claro que sí. Pero combinar las clases presenciales con las on line para el alumnado no debería significar que se doblara el horario del profesorado. Si hay a la vista una convivencia entre la formación presencial y la teleformación habría que tener previsto también un gran esfuerzo presupuestario para la educación pública, de manera que se puedan bajar los ratios de alumnado por aula y aumentar la plantilla de profesorado. Habrá que hacer un gasto muy grande en educación si de verdad quieren que esto funcione.

“Habrá que hacer un gasto

muy grande en educación

si de verdad quieren que esto funcione”

Y en ese esfuerzo extra habrá que contemplar también esa parte de la población escolar que por diversos motivos no tenga a su alcance la posibilidad de acceder a una educación no presencial. Es un tema muy delicado, ¿verdad?

Es un tema muy complejo porque ya no es sólo no tener una conexión a internet en casa, o un ordenador en el caso de las familias más vulnerables. No nos podemos olvidar de la zona rural en la que, en algunos casos, no llega ni la línea de internet, o en el caso de familias con dos hijos, por ejemplo, y padres teletrabajando: necesitan cuatro ordenadores en casa y eso no está al alcance de muchos. Cuando hablamos de la brecha digital hablamos de un problema muy generalizado y que no sólo afecta a sectores muy vulnerables de la población, como se tiende a creer. Y luego otro problema es que hay familias que no empujan a sus hijos, que no les animan y que les permiten abandonar los estudios a edades muy tempranas. Si, encima, no tienen un apoyo presencial, cercano, de su profesorado en la escuela el problema se agranda aún más. Se pretende que nadie se quede atrás pero hay que sentar unas bases muy sólidas para conseguir que esa afirmación sea algo más que un eslogan bonito.

Los padres que han podido hacerlo han pasado este confinamiento teletrabajando pero llega el momento de retornar a sus puestos de trabajo, teniendo que dejar a sus hijos en casa. Es hora de conciliar, un verbo que se viene conjugando mal, ¿verdad?

Es una situación que no está bien enfocada socialmente. No es que los padres se incorporan y no hay colegio donde dejar a los niños y las niñas. La escuela no tiene como objetivo la conciliación, son las empresas las que han de tenerlo pero no han hecho un esfuerzo real por instaurar una verdadera conciliación. Y todo esto revertirá en que serán las mujeres las que tendrán que abandonar sus trabajos o hacer reducciones de jornada porque, en general, son las que menos cobran y hay que mantener el sueldo más alto que, por lo general, es el del hombre, con la consiguiente brecha de género que se abrirá y, aunque se está hablando poco de ello, será brutal.

Como ha sucedido con tantas otras cosas esta crisis ha dejado en segundo plano temas candentes que se venían tratando antes. Uno de ellos es el pin parental. Su intento de implantación encontró una fuerte oposición del gobierno de Sánchez pero: ¿crees que pueda ser una propuesta viable en el futuro?

No, no: no lo es a ningún nivel, ni siquiera a nivel legal. La extrema derecha sólo busca ruido, salir en la prensa. Seguro que es una propuesta que ya se les ha olvidado porque ya cumplió su función, que no era otra que ocupar portadas y tiempo de tertulias e informativos. Es un tema que ya no está de moda y ha dejado de interesarles. Es su estrategia y, hay que reconocer, que les está saliendo bien viendo el número de gente que les vota. Pero el pin parental no tiene ningún recorrido, ni a nivel de legislación internacional ni nacional. Así que si a alguien se le ocurre en el futuro volver a reactivar este tema se encontrará a los sindicatos, un día sí y otro también, en los juzgados.

Llega la LOMLOE, la octava ley educativa desde al año 1980. A la vista de los continuos cambios de criterio: ¿es la educación el gran fracaso de nuestra democracia?

Sin duda ninguna. Detrás de la educación hay muchísimos intereses económicos, exactamente igual que con la sanidad. E intereses ideológicos. Ha habido muchas reformas educativas, cada una con sus matices, pero lo que no acabamos de lograr es formalizar un gran pacto social por la educación que impida que cada uno que llegue haga y deshaga en función de sus conveniencias varias. Hay que sentarse y pactar unas líneas grandes y claras que no se puedan mover con facilidad. Es un fracaso que no se haya llegado a un pacto político global sobre educación, un fracaso no sólo de los políticos sino también de nuestra sociedad.

En otras reformas alguien decisión que las asignaturas de humanidades no eran importantes y fueron suprimiéndose. En esta nueva ley parece que le toca a las matemáticas pasar a ser asignatura no obligatoria. Parece cuando menos sorprendente, ¿verdad?

No tiene justificación. Espero que se recapacite y que se dé marcha atrás en este asunto. Ni las ciencias ni las humanidades pueden estar fuera de la enseñanza. Si hay que reorganizar horarios, reorganicémoslos, teniendo en cuenta que sí hay cosas que se pueden suprimir, como son las horas de religión en la escuela pública. La religión es algo personal, intransferible. Las creencias dependen de cada persona y deben estar fuera de la escuela pública. ¿Por qué nadie tiene la valentía de romper el concordato con la Santa Sede, una herencia envenenada para esta democracia?